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Dicen que el amor, es uno de los sentimientos más poderosos. Y que el amor en la juventud, si es que lo has sentido, es el que más perdura, puesto que a esa edad se tienen los sentimientos más nobles y menos contaminados.
Hay historias que empiezan, demasiado pronto a veces, que quizás no deberían tener un final. Hay personas que nunca podrás olvidar, que tu corazón no dejará de saltarse un latido cada vez que las recuerdes. Jamás desaparecerán esos "¿Y si..?", asúmelo.
La vida es una bella ruleta, llena de sentimientos y emociones, de aventuras y maldiciones. Si no has aprendido a vivir, ten paciencia, no te preocupes, porque un día llegará la hora de tu muerte y, si has tenido suerte, podrás decir: Yo, he vivido. Sé lo que es vivir y ya ha llegado mi final. Debo ir a la siguiente etapa.
Y un día ocurre que estás casado, con hijos y te preguntas ¿qué hago aquí?, normalmente en este caso se sigue con la vida, algo frustrada, o se buscan distracciones que acaban mal.
Lo que tienes que hacer es tomar las riendas, buscar al dueño de esos ¿Y si...?, cambiar su vida y volver a unirla a la tuya. Puesto que a veces dejamos pasar las grandes oportunidades de nuestras vidas, pudiendo haber luchado por ellas.
Hay personas de nuestros recuerdos, personas que forman parte de tu alma, de las que quizás nunca deberías haberte separado.
Aquellas que te moldearon y te hicieron ser como eres, aquellas que nunca has olvidado y siguen siempre en tu mente. Aquellas que te complementaban y decidiste dejar escapar por una razón que no era tan buena como en ese momento pensabas.
A veces vives mil y una aventuras, compartes incontables confidencias, sientes inexplicables sentimientos, con una persona. ¿Te has planteado alguna vez que el tiempo gastado en esa persona valía más la pena de lo que pensabas?
Quizás cambió tu vida y tus pensamientos... y nunca dejarás de lamentarte el no tenerla más en tu vida.
¿Recuerdas aquellas miradas? Aquellas conversaciones sin palabras, aquellas bromas privadas... esa confianza indecible.
¿Sí? ¿Lo recuerdas? Pues agárrate a esos recuerdos como a un clavo ardiente y...
Hagamos locuras.


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