jueves, 1 de diciembre de 2011

Muack

Y Autumm toca el violín. Si vieras la preciosa sinfonía que surge de ello. El escuchar como cala lenta y profundamente en el ambiente de su alejado lugar de elección. Puesto que a ella le gusta tocar el violín en sitios alejados, fuera de la vista humana cercana, para poder estar tranquila y sin preocupaciones, para divagar ella misma sin que sea perceptible.

Y percibes como las suaves notas, penetran en el aire, como con ruidos afilados, partiendo la tranquilidad... rajando la dulce sinfonía de la vida diaria que se cuela desde el exterior de sus ventanas tintadas de negro.
Ellas es feliz, comete locuras, se toma pastillas. Ya ni si quiera está dolida, y sus usadas y gastadas máscaras, las ha guardado en el armario, al fondo, junto a aquellos besos que nunca dio.

Y ahora está que arde, siente que explota, que se bulle por todos lados. Autumm va a ser repartida por todos lados, y su sola presencia transmite calor. Las mejillas sonrojadas, los ojos brillantes; va a arrasar.

Y de repente cae, y lo siente todo. Se siente allí de nuevo, viendo ganso blanco, mientras se cogían las manos.
Luego recuerda aquella noche, con otro él, horas y horas de besos.
Pero con uno, puede que solo le queden los malos momentos y discusiones. Puesto que para Autumm, vale más un solo hecho, que mil palabras, y sus hechos son deplorables.

Y ahora, se marcha con sus tacones de cenicienta perdida en la mano, y con su fiebre, a seguir cantando al son de una melodía de violín, a otro apartado claro junto a un brillante y  cristalino lago, desnuda.




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